
LAS MÉDULAS
Patrimonio de la Humanidad.
El título de Patrimonio de la Humanidad otorgado a Las Médulas recoge la consideración de toda la zona como un Paisaje Cultural, como un espacio que aúna valores naturales y culturales. Como tal es hoy un bien patrimonial de alcance mundial explícitamente reconocido.
En primer lugar lo es por su significado histórico: como testimonio del cambio en la explotación de los recursos y en las formas de vida de las comunidades locales durante la Antigüedad. Por un lado, fue la mayor mina a cielo abierto de todo el Imperio Romano, puesto que los desmontes mineros producidos alcanzaron 3 kilómetros de extensión máxima y más de 100 metros de profundidad. Por otro, Las Médulas es, sobre todo, un ejemplo excepcional de un proceso histórico. Es la mejor muestra, aunque no la única, del profundo cambio que produjo la minería de oro romana en las comunidades que habitaban el Noroeste peninsular.
Lo es, en segundo lugar, porque todas esas transformaciones – que pueden apreciarse y comprenderse directamente sobre el terreno haciendo de el, en parte, un paisaje relicto o fósil – dieron lugar a nuevas realidades que han condicionado su uso hasta el presente. No se trata de un paisaje estático ya que ha estado siempre sujeto a una permanente dinámica: el proceso histórico no se cerró en época romana.
Las más de mil hectáreas transformadas en época romana dieron una nueva articulación al territorio. A través de las llanuras artificiales conformadas por los estériles de la mina se crearon nuevas vías de acceso a la zona. El Lago de Carucedo, producido por el taponamiento de un valle de esos vertidos, fue más tarde un valioso recurso piscícola y hoy es un humedal protegido. Los antiguos cauces de los canales que conducían el agua utilizada en el proceso de explotación del oro han sido reutilizados como “carriles” o caminos de comunicación y trasiego de ganado por los habitantes de la zona. Los cultivos introducidos en época romana, particularmente el castaño, han pervivido y se han convertido en una seña de identidad inseparable de Las Médulas. Incluso la misma superficie dejada por los desmontes mineros antiguos ha dado paso a nuevas formas de explotación del suelo.
Su inclusión en el Patrimonio de la Humanidad – que forma parte también de la historia de Las Médulas – es un reto, no sólo para las administraciones responsables de su tutela, o para sus habitantes, sino para todos. Es preciso considerar que Las Médulas son un bien no renovable y que es necesaria la implicación de todos si queremos que se convierta en un bien duradero.